Lo asombroso









                                                              Ilustración de la autora del blog









No estamos preparados para lo asombroso, no lo estamos. A veces pienso cuánto me gustaría encontrarme dentro de una de esas obras de realismo mágico que nos escribía el gran Gabo.
Hace tiempo, pongamos, mucho tiempo, los bosques eran lugares asombrosos, quizá porque el hombre aún no había puesto la intención sobre ellos, quiero decir, que cohabitaba con su entorno, pero de momento, no se había creído el amo de todo lo que veían sus ojos.
Hermosos bosques, mundos de color, vida, y muerte, donde todo tenía un sentido, un orden, y se respetaba. Pura magia llena de lógica aplastante, aunque parezca contradictorio.  No puede haber nada más asombroso, no creen. Como decía, había un bosque, y en el bosque un árbol, diferente. Aquel árbol creció siempre convencido de que todo era poco dentro de sus expectativas;  crecer no era suficiente, él debía alcanzar aquel techo azul e infinito que le cubría cada día. Debía ser el más alto, el más grande, el mejor árbol, algo dentro de su tronco se lo decía, algo recorría sus nervios en cada hoja, una savia que le empujaba, que le consumía en una ansiedad que no le dejaba descansar, y le hacía agitarse, aunque no hiciera la más mínima brisa. Quién pudiera andar, quién pudiera correr, pensaba, alejarse un poco de aquel bosque tranquilo y ver otros lugares, quizá encontrar un claro donde ser el único que mirase al cielo y consiguiera tocarlo con las ramas.
Nunca tenemos suficiente, somos voraces, somos, egoístas, somos….. El árbol en su búsqueda de sí mismo dejó de tomar agua por sus raíces, dejo de  ser amable con otros seres, no dejaba que los pájaros anidaran en él, ni que las hormigas corrieran por su fuerte corteza, ni que la araña trabajadora sin fin, hiciera su tela perfecta entre sus ramas, no quiso a nadie junto a él. y así poco a poco fue secándose, en un amarga soledad, mirando hacia un cielo impasible, que no daba muestras de importarle lo que sucedía a sus pies, ni esperaba anhelos de ningún ser vivo. En un intento de salvarse la vida, al árbol le creció en una de sus ramas una farola, que le alumbraba por la noche con una tenue luz, y era  imposible concretar su origen, evitando así periodos de pesadillas, donde soñaba que iba menguando hasta desaparecer sobre un lecho de hierba verde y fresca, algo terrible que no podría asumir nunca. La farola fue arrancada un día al amanecer, en un trágico golpe de rama; era mejor mutilarse que vivir así.
Hace poco, me dijeron, que en aquel lugar, un enorme tronco carcomido y rugoso reposa sobre un lecho luminoso de hierba verde y fresca, si le observas a cierta distancia, te da la impresión de contemplar una gran mano abierta, con los dedos inmóviles apuntando hacia arriba, y dentro parece oírse un susurro, quizá el aire entre la madera, o un deseo perdido, que claramente diceTe tuve tan cerca.












Comentarios

MegandeMoldavia ha dicho que…
Que belleza de texto! !!
Javier Marín Agudelo ha dicho que…
Como idea, el texto expresa muy bien la concepción del autor. Yo entiendo que habla acerca de la ambición egoísta de ciertos seres humanos. ¿No es así?
De otro lado, yo sugiero un mayor cuidado en la composición y puntuación del texto. Se puede mejorar . De todos modos, felicitaciones.
Mamen ha dicho que…
Gracias. Megan.
Bienvenida a mi blog.
Mamen ha dicho que…

Es difícil no hablar de temas universales como el amor, la vida y la muerte, cuando se escribe, realmente aquí hablo un poco de todo eso, y también del egoísmo, y de la búsqueda constante de algo, que a veces no sabemos muy bien que es, ni dónde está.
Claro que se puede mejorar, yo escribo un poco desde el corazón, más que desde la técnica.
Como autodidacta, estoy en el camino.
Javier Marín Agudelo, gracias por tu comentario.
Estoy encantada de que me lean.
Un saludo.

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